Mi amor y pasión por el mundo marino nació siendo yo pequeña gracias, en gran medida, a los libros ilustrados, series documentales y películas de aquel hombre peculiar de nariz grande y gorro de brillante color rojo, llamado Jacques Yves Costeau. Un hombre que dedicó su vida a explorar, estudiar y defender los ecosistemas marinos y las formas de vida conocidas del mar. Costeau nos descubrió el mar y los océanos, llevándolos a la gran pantalla, compartiendo con ello su gran pasión con todos nosotros. El me abrió los ojos a este impresionante mundo. Su muerte en 1997 me afectó. Se había ido aquella persona al que yo quería parecerme.
Mis primeros contactos con el Mediterráneo fueron durante los meses de verano en el que mis padres se desplazaban a pasar sus vacaciones a la Costa Dorada. Esto me lleva a comentar, que nací en un pequeño pueblo llamado Wilrijk, en la provincia de Amberes en Bélgica en abril de 1978. Diez años más tarde, en 1987, tuve la gran fortuna de que mis padres decidieran mudarse a vivir a Cabo Salou, a la Costa Dorada, cumpliendo así con un sueño : el de vivir cerca del mar. Vivía tan cerca que la podía escuchar romper sus olas en la playa, tan cerca que el olor a sal inundaba mis fosas nasales, tan cerca que solo tenia que bajar una calle para llegar a la pequeña cala llamada Cala Crancs. Todos los días de verano, cogía mis gafas de buceo, tubo y aletas y me metía en el mar para descubrir y conocer por mi cuenta el mundo submarino. Una vez dentro, me relajaba, sientóme absorbida y desconectada de la realidad. Me dejaba empapar de todas las sensaciones e imagenes que el mar me brindaba.
Mis primeros contactos con el Mediterráneo fueron durante los meses de verano en el que mis padres se desplazaban a pasar sus vacaciones a la Costa Dorada. Esto me lleva a comentar, que nací en un pequeño pueblo llamado Wilrijk, en la provincia de Amberes en Bélgica en abril de 1978. Diez años más tarde, en 1987, tuve la gran fortuna de que mis padres decidieran mudarse a vivir a Cabo Salou, a la Costa Dorada, cumpliendo así con un sueño : el de vivir cerca del mar. Vivía tan cerca que la podía escuchar romper sus olas en la playa, tan cerca que el olor a sal inundaba mis fosas nasales, tan cerca que solo tenia que bajar una calle para llegar a la pequeña cala llamada Cala Crancs. Todos los días de verano, cogía mis gafas de buceo, tubo y aletas y me metía en el mar para descubrir y conocer por mi cuenta el mundo submarino. Una vez dentro, me relajaba, sientóme absorbida y desconectada de la realidad. Me dejaba empapar de todas las sensaciones e imagenes que el mar me brindaba.
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